Por: Zaira Atziri Cruz Tenorio
Egresada de la licenciatura en Psicología por parte de la Facultad de Ciencias de la Conducta de la Universidad Autónoma del Estado de México. Cursó parte de su formación profesional en la Universidad Nacional de la Plata en Argentina. Durante su estancia en el país extranjero, colaboró con el partido de izquierda MST (Movimiento Socialista de lxs Trabajadores), contribuyendo a la reflexión y el debate sobre la violencia que padecen las mujeres al escribir el artículo Capitalismo y cosificación del cuerpo destrozado.
Correo: zay.teno@gmail.com Facebook: Atziri Cruz
Resumen: El 8 de marzo de cada año se conmemora el día internacional de la mujer (mujer trabajadora). Lo anterior como resultado de las luchas de las mujeres y las luchas feministas por adquirir mejores condiciones laborales y libertades; lamentablemente, durante esas luchas se presentaron actos represivos por parte de la policía y de la fábrica textil en la que laboraban las mujeres que exigían sus derechos, lo que trajo consigo la muerte de más de 100 de ellas. Por ello, es importante seguir alimentando la reflexión y el debate acerca de las desigualdades y violencias que sufrimos las mujeres.
Desde hace siglos, las mujeres hemos padecido los estragos que representa la conservación de un sistema patriarcal y hetero-normado, conservación que es alimentada y sigue reproduciéndose debido a la permanencia de modelos de crianza tradicionales, basados en los roles y estereotipos de género, estos se refieren al papel que debe jugar una persona dentro de la familia y la sociedad en general con base en el sexo que le fue asignado al nacer. Lo anterior, evidentemente impacta en el resto de sus ámbitos de interacción y desarrollo; un claro ejemplo de ello es la exclusión a la que nos enfrentamos las mujeres al momento de decidir incursionar profesionalmente en las ciencias exactas, no solamente se negó el acceso a la educación, sino que también representa hoy en día una limitante en el goce de muchos derechos más.
El aprender a conceptualizar el mundo desde una visión dicotómica (masculino-femenino), representa percibir a todo lo que irrumpa con esta visión como algo “anormal”, “fuera de lo común” e incluso “patológico”, como se pensaba hace unas décadas (1952) en el ámbito de la psiquiatría, tanto que en la primera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) se incluía a la homosexualidad como un trastorno mental (De Psiquiatría, A. A., 1952). Por ello resulta indispensable educar en la inclusión, desde una postura feminista y rompiendo con el binarismo.
Las consecuencias de esta visión basada en lo que nos corresponde hacer particularmente como mujeres son demasiadas: adquirir un rol activo solo en el ámbito privado, convertirnos en las únicas responsables de los procesos de crianza de las infancias y de los cuidados de personas mayores, encomendarnos de manera exclusiva a las labores domésticas, imposibilitarnos a partir de ciertos mecanismos intangibles el acceso al ámbito educativo y laboral, frenando así nuestro desarrollo profesional y personal.
Claro está que esto adquiere una cualidad violenta, en todos sus niveles, debido a que trae consigo un freno en el ejercicio de los derechos de las mujeres. Lo anterior se logra a partir de violentarnos, ya sea a nivel físico, verbal, económico y/o psicológico utilizando como principal argumento que, contamos con ciertas características “innatas” con las que nos dotó la naturaleza o, en el caso del ámbito religioso se ha justificado en nombre de Dios, entonces terminamos siendo de manera “natural” mejores cuidadoras, más amorosas, empáticas y más frágiles sentimentalmente que los hombres.
A lo largo de la historia, han existido una serie de movimientos sociales que buscaron romper con las desigualdades de género, movimientos impregnados de teoría y práctica feminista que sentaron las bases para cuestionar lo establecido a nivel cultural y social, buscando el desarrollo de las mujeres y principalmente lograr su emancipación a partir de la desnaturalización de su papel en la sociedad. Desde Olympe Degouges en el contexto internacional con la declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana hasta la ley Ingrid y la Ley Olimpia promulgadas en los últimos años en el contexto nacional (Gouges, O., 1789).
Un acontecimiento relevante en la lucha por alcanzar la igualdad de derechos para las mujeres es la conmemoración del 8 de marzo, Día internacional de la mujer (la mujer trabajadora). El que sea tan significativo deriva de dos acontecimientos históricos fundamentales resultado de la crueldad del sistema patriarcal, como intento de permanecer violentando la vida de las mujeres y negarnos la libertad: El primero ocurrido un 8 de marzo de 1857, en esta fecha se realizó la primera gran manifestación pública de las obreras textiles en Estados Unidos, la demanda principal era una mejora en las condiciones laborales, particularmente la reducción de las jornadas laborales. Durante la protesta murieron 129 mujeres como consecuencia de la represión ejercida por la policía; el segundo, el fatico 25 de Marzo de 1911; las trabajadoras textiles se mantenían en lucha para mejorar sus condiciones laborales, entre ellas se encontraba la instalación de salidas de emergencia, tener como prohibición de mantener las puertas cerradas durante la jornada de trabajo y poner en funcionamiento las escaleras de seguridad, fueron los aspectos que al no ser modificados terminan con un incendio en el que trágicamente murieron 146 mujeres (Departamento Educativo, SF. & Sandoval, M., 2018).
Esto, nos permite generar una reflexión y notar que, desde el inicio de la historia del feminismo las mujeres que buscaron un cambio en el sistema, así como exigir sus derechos y frenar las desigualdades también se enfrentaron a ser castigadas, volcándolas así, nuevamente al rezago, Olimpe fue condenada a pena de muerte así como muchas mujeres históricas que representaban una amenaza para el patriarcado y lo que se traducía para ellos en perdida de privilegios.
Pensaríamos que con el paso del tiempo las desigualdades se han reducido debido a la implementación de políticas públicas y tratados internacionales establecidos para su erradicación, pero en el plano real suceden cosas completamente diferentes: existe un aumento significativo en los casos de violencia doméstica, la desaparición de mujeres crece, así como el número de feminicidios diarios en nuestro país, ya que en el presente año 10.34 mujeres son asesinadas diariamente, 1.34 mujeres más comparadas con el 2018 (Cañas, G., 2018).
El ocho de marzo, más allá de solo ser un día memorial, el Día Internacional de la Mujer, representa es un día de lucha, pues muchas mujeres saldremos a las calles a exigir nuestros derechos, a recordar a aquellas mujeres que fueron asesinadas en manos de aquellos que decían amarlas como efecto del sistema patriarcal y a las cuales el sistema de justicia no ha sabido responder, generando impunidad en la mayoría de los feminicidios.
Este año la conmemoración también ha puesto en debate un asunto de derechos, que al ser innalienable se vuelve indiscutible y unicamente garantizable: la inclusión de las mujeres trans en las movilizaciones por los derechos de las mujeres. En la teoría su conceptualización dependerá de la postura feminista desde la que se aborde: el feminismo radical ha distorcionado la abolición de género para justificar con ello su negación de incluión, por su parte, el feminismo interseccional y el transfeminismo se mantienen firmes por la lucha de los derechos que a todas nos han arrebatado. Es importante recordar y enfatizar que los feminismos luchan por la conquista de derechos, no por la restricción de ellos. Este, al igual que otros años recordemos que la lucha feminista sigue y seguirá fomentando el respeto y la inclusión.
Finalmente, debemos seguir cuestionando el sistema en el que nos encontramos, como mujeres realizar una crítica a todas las conductas machistas y sexistas de las personas con las que nos relacionamos, desnaturalizar los roles que la sociedad nos impuso, tejer redes de apoyo con otras mujeres para iniciar el dialógo y acciones eficaces para nuestra propia deconstrucción y la del sistema. Como hombres, es necesario el reconocimiento de que históricamente fueron dotados de un sinfín de privilegios, lo que los educó en masculinidades hegemónicas que al día de hoy violentan y lastiman a las mujeres que les rodean, busquen identificar estas acciones que terminan por justificar formas de vida como la ausencia en el ejercicio de la paternidad o la dificultad de convertirse en personas capaces de reconocer y ser responsables de sus emociones, ese es un rol muy importante en la lucha pues a nadie más le toca corregir esas acciones más que a ustedes mismos.
Referencias:
De Psiquiatría, A. A. (1952). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales: DSM-1.
Gouges, O. (1789). Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana. Francia: SE.
Departamento Educativo. SF. 8 DE MARZO DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER. Febrero, 28, 2021, de Museo Histórico Nacional Sitio web: http://www.patrimoniocultural.gob.cl/Recursos/Contenidos/Museo%20Hist%C3%B3rico%20Nacional/archivos/8DEMARZOD%C3%8DAINTERNACIONALDELAMUJER.pdf
Sandoval, M. (2018). El origen del Día Internacional de la Mujer. El País, 3-4
Cañas, G. (2018). Infobae Sitio Web: https://www.infobae.com/america/mexico/2018/12/29/alarmante-van-mas-de-760-feminicidios-durante-2018-en-todo-mexico/